“El Programa Provincial de Prevención de Violencia de Cárceles considera al sujeto detenido como un sujeto de derecho y al delito como un producto de la complejidad y desigualdad social, por lo tanto una de nuestras funciones como equipo de abordaje psicosocial es la restitución de derechos con miras a la reinserción social”, define Romina Dásaro de la Biblioteca Popular José Ingenieros de Carlos Casares quien, junto a una compañera, visitaron durante dos años la Unidad N° 28 de la ciudad de Magdalena en la cual el Programa de Prevención de la Violencia funciona con reclusos transitorios y con personas privadas de su libertad desde los diez hasta los treinta y cinco años de condena.
“Gracias a una amiga casarense, que trabaja como psicóloga en la Unidad N° 28 de Magdalena, fue que surgió la inquietud de crear una biblioteca, con la colaboración de la Biblioteca Popular “José Ingenieros”, recuerda Romina sobre el primer acercamiento. “En nuestra biblioteca durante años hemos recibido material bibliográfico en calidad de donación y que a veces es material repetido. Siempre redistribuimos esos libros en instituciones educativas rurales, pero para este caso particular de la Unidad Nº 28, consideramos pertinente, seleccionar libros para concretar el proyecto que se estaba gestando”.
Primero hubo una intervención y estudio del equipo de abordaje psicosocial dentro de la Unidad. Luego visitamos el penal en un día programado y llevamos aproximadamente unos 120 libros. Junto con tres colaboradoras de la biblioteca, sumado a las dos profesionales que trabajan en la materia, se desarrolló el proyecto en el cual las psicólogas determinaron quiénes estaban en condiciones, dentro de la población de reclusos, de asistir a una jornada que estábamos programando: “Cabe destacar, que la elección se estableció entre los pacientes que se atienden en el espacio del Equipo de Abordaje Psicosocial, ya que estas sesiones son elegidas voluntariamente por el paciente-recluso”, informa Romina. Una vez aprobado el proyecto por el Director del Penal, se invita a todos aquellos que fueron designados a que participen de la jornada y, “con mucha expectativa por todos, fijamos una fecha para el mes de julio”, recuerda Dásaro, “ese día pactado llegamos al Penal con el material bibliográfico preparado y seleccionado, llevando además alimentos para hacer más amena la jornada. El espacio que tiene el equipo para atender a sus pacientes, es muy reducido, lo que al principio nos pareció un obstáculo, pero luego favoreció la comunicación entre los veinticinco invitados, ya que el punto de encuentro fue más cercano y ameno, lo que permitió una mayor apertura en la participación del grupo. Es importante destacar, que el personal policial no participó del encuentro, ya que se considera en el marco de los días de visitas. Primero nos presentamos entre todos y luego distribuimos un texto del filósofo Alejandro Rotzichner, llamado “El entusiasmo” y comenzamos con la lectura en voz alta” explica Romina. Luego hicieron una breve reflexión sobre lo leído durante lo cual cada uno expuso su parecer: “también comenzaron a preguntarnos el motivo de la visita; por qué los habíamos elegido. Quedaron impactados sobre nuestras respuestas, dado que varios se emocionaron al considerar que alguien había pensado en ellos aún sin conocerlos; era uno de los pilares en los que se basaba nuestra visita… que quedara un vínculo y un hábito sobre la utilización de la biblioteca que ahora era creada específicamente para ellos y que era muy importante la utilización de la misma”. En fin, se entusiasma Romina “Esa jornada se desarrolló como preveíamos, nos fuimos conociendo a través de nuestras experiencias literarias de cómo eran nuestras vidas cotidianas y a qué nos dedicábamos cada uno. Les explicamos que este espacio, era un lugar no sólo para la reflexión y contención, sino también como un espacio donde los participantes encuentren su lugar y que sirva para el intercambio, así como también un espacio que diera lugar a la creación, la fantasía y que permitiera resignificar el ser del sujeto desde diferentes roles sociales. Consideramos que cada ocasión sirve para producir encuentros que generen nuevas marcas y permitan generar movimientos identificatorios. Nos pareció enriquecedor que la creación de la biblioteca no sea sólo dar libros, sino que permitiera un intercambio de palabras, de pensamientos, lecturas y experiencias concretas. Al final de la jornada, nos despedimos pensando en regresar el año próximo, por lo que era importante que ellos pudieran ir anotando las necesidades bibliográficas para acrecentar este pequeño inicio”.
Al año siguiente, durante el 2016, los meses anteriores a julio realizaron la preparación de la segunda visita llevando la misma cantidad de libros que el año anterior: “pero esta vez los invitados eran el doble, cincuenta reclusos”, explica Romina, “Los participantes estaban muy ansiosos de nuestra visita, ya que ellos eran conocedores de toda la organización previa al día acordado. Se intercambiaron diversas experiencias a partir de la lectura y la utilización del espacio. Algunos compartieron sus escritos, que surgieron durante lo trabajado en el espacio de psicología. A partir de dicha experiencia, fuimos observando que se generó cada vez más el hábito de la lectura. Los cierto es que como experiencia, cada visita fue más enriquecedora. Leer, escribir, imaginar y crear una forma concreta de conjurar el encierro y de ampliar la mente y el alma con vistas a la reinserción social”
Para leer más sobre la experiencia de esta biblioteca popular hacer clic aquí