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ANTES DE LA ESCUELA por Emilia Ferreiro
Todas las encuestas coinciden en un hecho muy simple: si un niño ha estado en contacto con lectores antes de entrar a la escuela, aprenderá más fácilmente a escribir y leer que aquellos niños que no han tenido contacto con lectores. ¿En qué consiste ese saber preescolar? Básicamente en una primera inmersión en la cultura letrada: haber escuchado leer en voz alta, haber visto escribir, haber tenido la oportunidad de producir marcas intencionales, haber participado en actos sociales donde leer y escribir tiene sentido, haber podido plantear preguntas y obtener algún tipo de respuesta.
La relación entre las marcas gráficas y el lenguaje es una relación mágica que pone en juego una tríada: un intérprete, un niño y un conjunto de marcas. Parte de la magia consiste en que en el mismo texto, o sea, las mismas palabras en el mismo orden, vuelven a representarse una y otra vez, delante de las mismas marcas. La escritura fija la lengua. Hay niños que ingresan a la lengua escrita a través de la magia, y niños que entran a la lengua escrita a través de un entrenamiento consistente en habilidades básicas. En general, los primeros se convierten en lectores, los otros en iletrados o analfabetos funcionales.
No podemos reducir al niño a un par de ojos que ven, un par de oídos que escuchan, un aparato fonatorio que emite sonidos, y una mano que aprieta con torpeza un lápiz sobre una hoja de papel. Detrás (o más allá) de los ojos, los oídos, el aparato fonatorio y la mano, hay un sujeto que piensa y trata de incorporar sus saberes a este maravilloso medio de representar y recrear la lengua que es la escritura, todas las escrituras.
Ilustración de Eva Montanari
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