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La Biblioteca presentó la iniciativa #SomosPuente en el ciclo “Tribuna Popular” de la UNLa

El coordinador de actividades culturales de la Biblioteca Popular Monte Chingolo, Fernando Martínez, presentó este martes ante estudiantes de las licenciaturas en Educación y en Gestión Educativa de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) la iniciativa #SomosPuente que la Biblioteca construyó desde el principio del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio para acompañar a las familias del barrio más afectadas por las consecuencias sanitarias y sociales de la pandemia de coronavirus Covid-19.

La charla fue organizada a través de videoconferencia por el ciclo “Tribuna Popular” de la UNLa, organizado por el Consejo Social Comunitario, la dirección de Cooperación, y la secretaría de Cooperación y Servicio Público de la universidad, y tuvo como eje la reconversión de organizaciones comunitarias que debieron crear respuestas a nuevas necesidades de sus comunidades por las consecuencias sanitarias y sociales de la pandemia de coronavirus Covid-19.

Martínez contó que “varios de los que estamos en la comisión nos incorporamos hace más de 10 años a un proyecto político cultural acorde al lugar en dónde está, las bibliotecas populares tienen que ser acordes a su contexto y esta es el nexo para congregar a los dos sectores de Monte Chingolo separados por la traza del Ferrocarril Provincial”.

“No tiene que ser una biblioteca dónde reine el silencio, sino una que cobije las demandas populares y da el testimonio de sus vecinos”, subrayó.

El referente comunitario destacó que “junto con la UNLa, y gracias al responsable de patrimonio histórico de la universidad, Daniel López, pudimos hacer posible el sueño que es el Museo Histórico de Monte Chingolo que cobra vida con los vecinos que se acercan a dar sus testimonios de la época en que funcionaba el tren”.

“Esos testimonios los estamos recolectando porque nos reconocemos hacedores de nuestra historia y de nuestra cultura, por eso también formamos un grupo de educadores del barrio con los que reflexionamos sobre las cosas que deberían saber las nuevas generaciones sobre la construcción de nuestra historia y tomamos esa decisión política de construir nuestros propios contenidos donde aparecen los negros, las mujeres, y los pueblos originarios; la Biblioteca se reconoce como productora de conocimientos y saberes y no sólo como reproductora de discursos construidos por otros”, indicó.

Martínez resaltó que “la biblioteca fue concebida con el oído puesto en la comunidad; por eso hace tres años cuando nos dimos cuenta que los chicos venían a pedirnos más zapatillas que libros abrimos un ropero comunitario sostenido por la solidaridad de la comunidad”.

“De esa experiencia teníamos el registro de unas ochenta familias que asistíamos regularmente, y cuando comenzó el aislamiento social, preventivo y obligatorio comenzamos a ayudar a los vecinos a anotarse en el Ingreso Familiar de Emergencia, y pronto nos dimos cuenta que también teníamos la responsabilidad de ayudar a muchas familias con asistencia alimentaria”, añadió.

El referente comunitario apuntó que “lo que al principio eran ochenta familias al poco tiempo fueron ciento veinte, y después ciento ochenta, y hoy son cerca de trescientas, y para poder hacer frente a eso nos convertimos en puente entre organismos como el ministerio de Desarrollo de la Comunidad de la Provincia de Buenos Aires y el ministerio de Desarrollo Social de la Nación con las familias, y también con cerca de una docena de ollas populares que nacieron en el barrio a partir de la voluntad de la comunidad para enfrentar las necesidades”.

“Esas vinculaciones fueron una gran experiencia, porque nacieron para fortalecer el motor de la asistencia alimentaria y con el oído puesto en las necesidades de la comunidad, muchas veces esos contactos tenían desconfianzas al principio porque todavía hay un discurso vigente para el que la participación política, en el sentido del trabajo por el bien común, todavía sigue siendo mala palabra”, agregó.

Martínez contó: “comenzamos a transitar ese camino en el mes de abril, y en ese momento había una decena de ollas populares a las que acompañábamos de distintas maneras, algunas cerraron cuando se comenzaron a extender los contagios en el barrio y otras simplemente dejaron de funcionar; hoy todavía hay cuatro que funcionan y eso es porque ya tenían experiencias políticas previas para organizarse por el bien común, son las ollas organizadas por papás acostumbrados a hacer rifas para comprar botines o por mamás de la cooperadora escolar o por chicas que se criaron en el comedor que sus madres abrieron en la crisis de 2001; todos vecinos con una fortaleza política que se contagia y se practica”.

“Sentir la necesidad del otro es una cuestión personal pero no individual, nos concebimos como puente para la articulación de políticas públicas y creemos en la necesidad de desmantelar el mito de 'no te metás'; por eso cuando salió el IFE, armamos un dispositivo para que a través del whatsapp pudiésemos ayudar a los vecinos con la inscripción”, mencionó.

El referente comunitario aseguró que “hay una concepción de la sociedad que cree que el pecado mayor es salir a articular, que si una organización lleve adelante un programa estatal en un territorio es pecado, esa lógica que propone que cada sector se mantenga en su sector beneficia a otros, pero no a nosotros ni a los más vulnerables; por eso somos una organización libre del pueblo que promociona la participación ciudadana”.

“Cuando se levante la cuarentena vamos a tener una huella lastimosa, el hambre, como van a volver a la escuela los chicos que se han perdido y que vamos a salir a buscar; si antes de la pandemia la inclusión era un desafío vamos a tener que empezar a prepararnos ya para lo que viene”, advirtió.

“Lo que muchos pensaban como el viejo 'apoyo escolar' en la Biblioteca lo desarrollamos como un 'espacio de alfabetización' que hace eje en la promoción humana y que vamos a tener que multiplicarlo cuando los chicos vuelvan a la escuela, por eso invitamos a todos los que se sientan convocados a donar al menos dos horas semanales de su tiempo para esta tarea fundamental”, finalizó Martínez.

La actividad contó con la participación de la secretaria de Cooperación y Servicio Público de la UNLa, Georgina Hernández; la directora de Cooperación, Carla Micele; y el consejero superior y responsable de Patrimonio Histórico de ese centro de estudios, Daniel López, que también es fundador y director del Museo Histórico de Monte Chingolo. 

El ciclo “Tribuna Popular” fue concebido por  la Secretaría de Cooperación y Servicio Público con el objetivo de sistematizar y consolidar los vínculos con las organizaciones de la comunidad.

Esta iniciativa busca reforzar los lazos entre las experiencias de las organizaciones territoriales barriales y la Comunidad Universitaria, e interactuar a través de una concepción horizontal del saber.

Mientras dure el aislamiento social, preventivo y obligatorio para evitar la proliferación del coronavirus Covid-19, la Biblioteca abrirá sus puertas los miércoles y viernes de 15 a 17 y los sábados de 11 a 13 para recibir donaciones de alimentos, productos de higiene, abrigo y calzado para las familias de la comunidad.

La Biblioteca Popular Monte Chingolo abre sus puertas a la comunidad desde noviembre de 2002 con una oferta cultural y educativa que busca ser una herramienta de transformación social.

La biblioteca funciona en la estación de trenes de Monte Chingolo, en General Pinto 4752. Todas las imágenes, videos y notas sobre las actividades de la institución están disponibles en www.bpmontechingolo.com.ar.


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