La Biblioteca Popular Cornelio Saavedra de la Ciudad de Buenos Aires publica en su boletín n° 273 un Manifiesto por la Lectura:
Manifiesto por la lectura. (Fragmento)
Atravesamos tiempos de crisis, de cambio, de incertidumbres. Y es precisamente en esas encrucijadas cuando necesitamos volver la mirada a los libros, a los renglones del pasado; nada de lo que ocurre lo vivimos por primera vez. En la memoria de la escritura encontramos las huellas de la experiencia humana, que una y otra vez ha sobrevivido a sequías, hambrunas, pestes, traumas y guerras. La antropóloga Michele Petit ha estudiado el valor de la lectura en tiempos de desafíos colectivos.
(...) Leer ha sido una valiosa herramienta de reconstrucción en diferentes zonas del planeta azotadas por la violencia, terribles crisis económicas, éxodos de poblaciones o catástrofes naturales. Petit analiza innumerables iniciativas en espacios carcelarios, en barrios conflictivos, en programas de rehabilitación de niños guerrilleros o adolescentes sin hogar, y el resultado es siempre revelador: los destinatarios de estas experiencias de lecturas “descubrieron en los libros una posibilidad de entablar con el mundo una relación que no fuera únicamente de depredación, de dominio o de utilidad”. En épocas convulsas, lo escrito actúa como depósito fiable de las ideas que nos anclan y nos rescatan.
(...) Un libro respeta nuestra atención, nos mantiene desconectados de las urgencias, las notificaciones y la publicidad. No tiene baterías que recargar, es resistente y puede ser muy bello. No sufre la obsolescencia programada, pues su vida útil alcanza siglos y siglos. Suena, huele, lo puedes acariciar. El papel convive armoniosamente con sus hermanas de luz, las pantallas, pero posee un aura que los apasionados de la literatura amamos y reconocemos.
Irene Vallejo